miércoles, 12 de marzo de 2008

Caminar en círculos/ del Etermo Retorno de Nietzsche

11 de marzo, 11:47 de la noche.

Hoy se cumplen dos años de la primera vez que leí a Lihn. Fue Jorge, mi primo, un poco pasado de copas, quine me reveló, como alguien que exhibe un tesoro milenario, el poema Porque escribí, un verdadero testimonio de la vida de E. L.

Esta noche es igual a aquella vez en cuanto a todo… y de pronto, leyendo a Mario Vargas Llosa en la semipenumbra, degustando una tibia taza de café, más oscuro que el abismo, siento nacer en mi pecho una profunda nostalgia.

No sé si será porque estoy raja, pero todo en mi pieza parece enlutado por una monotonía indescriptible. Nostalgia? No lo sé.

Todo el día ha aparentado ser esto y lo otro; darme cuenta de que todo retorna, como lo advierte Nietzsche.

Comencé en la mañana reencontrándome infelizmente con la clase más vil de hombre, a la cual ataqué odiosamente, a milímetros de cruzar la frontera hacia el irrespeto.

Fin de la herejía, y hasta E. Física todo el resto fue tragedia, ironía musical. Más tarde, mientras jugaba a los disfraces y me caracterizaba a mí mismo, me detuve para observarme unos segundos y luego pensé: Sí, es verdad, todo retorna. Mi propio cuerpo fue la evidencia que lo corroboró. Sin embargo, los principios de “la gurú” ya me lo habían confirmado horas antes. Y es, en efecto, que uno nunca deja de ser lo que fue.

Al final saqué en limpio de todo esto que nuestra vida es un incesante caminar en círculos, donde el retorno es inevitable.

Ante esto y para finalizar, dos citas que ilustran el punto:

“¿Se cumple alguna vez con las penas de amor,
o nos sentencia a todas la ultima en venir?”

¿Se repone uno de las quemaduras de tercer grado que en el alma juvenil provoca el primer amor? ¡Jamás!

Se despide, J. Blake.

No hay comentarios: