El arte despierta mis instintos racistas, clasistas, inmorales y anticristianos, así como el romanticismo (no el movimiento político-cultural de finales del siglo XVIII, sino que “lo romántico”) me inspira una extraña clase de odio profundo y una ciega creencia en el superhombre Nietzscheano como única esperanza para la raza humana.
Escribí esta suerte de “declaración” hace varios meses atrás. Entonces me encontraba soltero. Hoy la recordé a propósito de una pareja que vi en la mañana, caminando de la mano. Iban felices los dos. Me invadió una envidia descorazonada cuando pasaron frente a mí... me di cuenta de que lo descrito en la mentada declaración respecto del arte y “lo romántico”, desapareció de mis pensamientos cuando estuve pololeando, entre los meses de octubre y diciembre pasado, y que cuando volví a estar sólo, nuevamente resurgió de entre mis ideas.
Estando enamorado (o mejor dicho emparejado) soy otra persona, me dije... Y confieso hoy quise ser esa otra persona y experimentar esa dicha tan incomparable que nos brinda (y que me ha brindado) el amor. El problema es que estoy solo, y no veo aparecer a la distancia de mis días venidero, una señal de futuro que indique cambio, a lo que solo me queda responder con brutal desesperanza.
Así son las cosas en estos días. Me esfuerzo por cultivar mis sentimientos de odio en forma controlada... y para este odio alimentado por una adolescencia fatal, a la que libros y profesores también han aportado, haciéndola un tanto más vertiginosa, es todo un desafío, ...y espero que llegue a mi puerta el amor, ojala más temprano que tarde, para renacer como otra persona y volver a creer en la vida.
Escribí esta suerte de “declaración” hace varios meses atrás. Entonces me encontraba soltero. Hoy la recordé a propósito de una pareja que vi en la mañana, caminando de la mano. Iban felices los dos. Me invadió una envidia descorazonada cuando pasaron frente a mí... me di cuenta de que lo descrito en la mentada declaración respecto del arte y “lo romántico”, desapareció de mis pensamientos cuando estuve pololeando, entre los meses de octubre y diciembre pasado, y que cuando volví a estar sólo, nuevamente resurgió de entre mis ideas.
Estando enamorado (o mejor dicho emparejado) soy otra persona, me dije... Y confieso hoy quise ser esa otra persona y experimentar esa dicha tan incomparable que nos brinda (y que me ha brindado) el amor. El problema es que estoy solo, y no veo aparecer a la distancia de mis días venidero, una señal de futuro que indique cambio, a lo que solo me queda responder con brutal desesperanza.
Así son las cosas en estos días. Me esfuerzo por cultivar mis sentimientos de odio en forma controlada... y para este odio alimentado por una adolescencia fatal, a la que libros y profesores también han aportado, haciéndola un tanto más vertiginosa, es todo un desafío, ...y espero que llegue a mi puerta el amor, ojala más temprano que tarde, para renacer como otra persona y volver a creer en la vida.
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