sábado, 12 de julio de 2008

Persistir en nuestros sueños

Ser escritor siempre ha sido mi sueño. Sentarme frente al papel y ejercitar fluidamente la escritura, me ha resultado fácil y natural desde que comencé. Sin embargo, 6 meses atrás, esto cambió drásticamente.

Mi incursión en la escritura comenzó cuando todavía no cumplía los 12 años. Desconozco ciertamente cuales fueron las razones que en definitiva me llevaron a escribir, así como las fuerzas que continúan impulsándome hasta el día de hoy. No obstante, se que en el futuro, sin importar la carrera que escoja o el trabajo en el que me desempeñe, seguiré escribiendo.

Creo no equivocarme al afirmar que la escritura exige un estilo de vida. La inspiración, así como el ánimo son cosas demasiado fugaces y efímeras, que no alcanzan para quien opta por al arte de la palabra escrita. Hace falta poseer un compromiso auténtico con la labor, una dedicación profunda en su desarrollo y un interés fundado sobre roca sólida.

Creo poder cumplir con dichas cualidades, sin embargo, debo confesar que por estos días me encuentro en un periodo de crisis. Los últimos meses han sido completamente improductivos. Para ser sincero, escribir nunca había sido tan difícil. Antes bastaba con entregarse medianamente a la tarea para obtener como producto un buen poema, un ensayo interesante o lo que fuere…

Me parece que no puedo adjudicar el problema al sólo hecho de que me he vuelto más exigente con lo que escribo, y que por ejemplo ya no me conforme tan fácilmente con un par de versos garabateados al azar. Hay también una segunda explicación.

Estoy comenzado a padecer los primeros síntomas de quienes intentan dedicarse seriamente a escribir, y que, en un primer momento, gozan de una inspiración muy fructífera, pero que pasado un tiempo lamentablemente se agota. Es entones cuando sólo aquellos que poseen verdadero talento logran progresar.

Se exige el sudor del sacrificio y la “vocación” de uno es puesta en duda. Ciertamente es un momento crítico. Es, en definitiva, donde se comprueba si efectivamente una serie de buenos trabajos son producto de un verdadero talento o bien simples chiripazos aislados que vienen y se van.

Para convertirse en escritor hace falta un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Desconozco a la persona que dijo esto por primera vez, pero según he notado, en general las personas coinciden plenamente al respecto.

Este momento de mi vida (tal vez estoy pecando de ingenuo) lo siento como el comienzo de un camino difícil, que varios compatriotas ya recorrieron con éxito, consagrándose como grandes escritores. Es el caso de Enrique Lihn, Jorge Teillier, María Luisa Bombal, Vicente Huidobro y muchos otros a quienes admiro.

Espero lograr algún día vivir haciendo lo que me gusta, escribir. He de perseverar, y en un futuro, creo no muy lejano, espero concretar mi sueño ser un gran escritor.

Para terminar, no me queda otra cosa más que invitar a todos quienes se sienten llamados especialmente a hacer algo, no sólo a escribir, sino que a cualquier cosa que los apasione. No le teman al fracaso o a la frustración, anímense a tomar opciones radicales si así lo sienten, fíjense un horizonte que valga la pena y siempre recuerden que aquello que nos mantiene vivos y nos hace continuar día a día, son nuestros sueños.

Jorge Blake

1 comentario:

Felipe dijo...

Recuerda que lo que mas cuesta es lo que mas se aprecia.

Saludos.